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¿Por qué está tan de moda la pintura con texturas? Una reflexión necesaria

Si entráis en Instagram o Pinterest últimamente, seguro que os habéis encontrado con esos lienzos llenos de relieves, pastas y masas de color aplicadas con espátula. La pintura con texturas se ha convertido en toda una tendencia, especialmente popular entre quienes buscan crear "arte" en casa o decorar sus espacios con algo aparentemente original. Pero, ¿qué hay realmente detrás de esta moda?


Arte Texturizado -Imagen creada con IA
Arte Texturizado -Imagen creada con IA

El atractivo irresistible de lo táctil.

Es innegable que estos trabajos resultan atractivos a primera vista. El volumen, la tactilidad, esa sensación de poder tocar la obra y sentir el relieve bajo los dedos… Todo eso genera una conexión inmediata con el espectador. Además, hay algo profundamente satisfactorio en el proceso: coger una espátula, extender pasta de modelar sobre un lienzo y crear formas que emergen de la superficie. Es casi terapéutico.

Las redes sociales han amplificado esta tendencia porque las texturas quedan espectaculares en fotografías, especialmente cuando juega la luz creando sombras y volúmenes. Y seamos honestos: también existe esa sensación de "arte al alcance de todos" que resulta muy tentadora para padres que quieren fomentar la creatividad en casa o para cualquiera que siempre ha querido "hacer arte" pero se sentía intimidado por técnicas más tradicionales.


La línea entre decoración y arte

Aquí es donde debemos hacer una pausa reflexiva. No toda expresión visual es necesariamente arte en el sentido profundo del término, y está bien que sea así. Muchas de estas obras con texturas responden más a una búsqueda estética o decorativa que a una intención expresiva genuina.

Cuando vemos la repetición constante de las mismas fórmulas visuales —ondas doradas, relieves geométricos, texturas que siguen patrones predecibles—, nos encontramos ante ejercicios que, por muy atractivos que sean, pueden carecer del componente comunicativo que define al arte. El gesto se convierte en ornamento, no en lenguaje.

Y esto no está mal per se. Decorar es una necesidad humana legítima. El problema surge cuando confundimos estos ejercicios con arte, porque eso puede empobrecer nuestra mirada y trivializar el verdadero proceso artístico.


El valor real: la experimentación como aprendizaje

Ahora bien, antes de descartar completamente esta tendencia, consideremos su potencial educativo. Para niños, jóvenes y adultos que se acercan por primera vez al mundo del arte, trabajar con texturas puede ser un punto de partida extraordinario.

A través del juego con relieves, pastas y pigmentos, se desarrolla:

  • La observación: ¿Cómo cambia la luz sobre diferentes superficies?

  • La sensibilidad táctil: ¿Qué sensaciones produce cada material?

  • La comprensión técnica: ¿Cómo se comportan los materiales al secarse?

  • La curiosidad experimental: ¿Qué pasa si mezclo esto con aquello?


Nuestra perspectiva desde 48 Artstudio

En nuestro estudio defendemos la experimentación como camino, no como destino. La textura no es arte por sí misma, pero puede convertirse en la base para desarrollar un lenguaje personal si detrás hay intención, reflexión y un proceso de búsqueda genuino.

Cuando trabajamos con familias, alumnos o profesores, les animamos a usar estas técnicas como herramientas de exploración. El objetivo no es crear la siguiente obra viral para Instagram, sino desarrollar la capacidad de ver, sentir y expresar. Porque al final, el verdadero valor del arte no está en los resultados bonitos, sino en el desarrollo de la conciencia y la sensibilidad.


Una invitación a la reflexión

La próxima vez que veáis una de estas obras texturadas —ya sea en una exposición, en casa de un amigo o en las redes sociales—, os invito a haceros algunas preguntas: ¿Qué me está comunicando esta obra más allá de su atractivo visual? ¿Hay una búsqueda personal detrás o es una repetición de fórmulas exitosas? ¿Cómo puedo usar estas técnicas para desarrollar mi propia mirada?

Porque al final, la moda pasará, pero la capacidad de crear con intención y sensibilidad permanecerá. Y eso es lo que realmente importa en el arte: no seguir tendencias, sino desarrollar una voz propia.

¿Qué opináis sobre esta reflexión? ¿Habéis experimentado con texturas en casa o en el aula? Nos encantaría conocer vuestras experiencias en los comentarios.

 
 
 

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